Rodando por Francia 6ª Etapa

21 de julio de 2011
Bazas – Le Mas d’Angenais  65,04 km.


Bazas es una pequeña gran ciudad con bastantes rincones que ver: una catedral grandiosa, un patio jardín precioso, un museo interesante y otro museo de farmacia que dicen resulta muy recomendable de visitar. Apenas vi nada, aparte de la plaza de la Plaza de la Catedral. Francamente mis hospitaleros no madrugaron mucho y a mí me vino de perlas.

El día salió soleado como hacía ya varios días que no ocurría; aproveche para apretar el tornillo que une el sillín con la tija que no se por qué razón se aflojó el día anterior y Etienne me llevó a presentarme a su hermana que vivía en la misma plaza de la Catedral y que el año anterior había hecho el Canal des Deux Mers por si me podía ofrecer algún consejo o información interesante. Quiso incluso darme su carte del año anterior en la que tenía incluso anotaciones personales, pero reusé el ofrecimiento por ese mismo motivo, pensé que para ella sería un bonito recuerdo conservarla, le dije que ya me pedía una en la oficina de turismo que estaba justo en el edificio de al lado. En cambio sí que le acepté un café sólo.

Monté la bicicleta con bastante público, el matrimonio salvador, la hermana y algún curioso que pasaba. Foto recuerdo que nos sacó la hermana de Etienne y foto que le hice yo a un triciclo de carga en miniatura que tienen como reclamo decoración a la puerta de la tienda. Etienne insistía en que “funciona y todo eh”. Seguro que funcionaría. Melissa antes de despedirnos me enseñó el atelier. Qué bonito, un paraíso para los que nos gusta el arte y la historia. Intercambio de direcciones de correo electrónico y despedida.

Salgo de Bazas y tomo dirección Cazats por una carreterilla muy tranquila por la que apenas pasan algunos coches. Aquí ya no hay plantaciones de pinos, la silvicultura acabó justo al otro lado de Bazas, aquí ya son cultivos extensivos de girasoles especialmente, algunas viñas y pasto con unas vacas lustrosas.



Me encuentro con una señal del Camino de Santiago, aún luce un poquito el sol y me paro a sacarle una foto a la señal. Durante unos segundos pasan por mi mente gratos recuerdos siguiendo esta misma señal y más gratos aún de cuando di con la última.

Para no variar, el sol no duró nada y una marquesina de parada de bus me sirvió de refugio y comedor, porque ambas lluvia y hambre me acuciaron con fuerza al mismo tiempo. Comí algunos bollitos que me quedaban del día anterior, un par de barritas de cereales con ciruela, unas caladitas a la pipa y el tiempo no mejoro mucho… bajo una fina llovizna a la que ya vengo acostumbrado retomo el camino.

13:08 Llego a Castets en Dorthe, por fin, ya estoy en el Canal del Garona, El Canal des Deux Mers, según reza en el mapita que tengo de las pistas ciclables de Aquitania. Me tomo un café con leche en el Cercle La Concorde un bar situado en  un  antiguo casino y cuya decoración interior es inenarrable: instrumentos musicales, un bombo como mesita,  en el techo infinidad de lámparas de todo tiempo y estilo, las paredes repletas de todo. El café con leche, dos cuarenta. Me siento a la puerta a tomármelo en unas sillas de plástico que había situadas sobre la acera (bastante alta por cierto), apenas pasa nadie por la calle. En frente la iglesia y unos nubarrones muy negros que no me gustan un  pelo.

Me doy una vueltecilla rápida por la ciudad, francamente pequeña como la mayoría de las que he pasado, no me paro más, amenaza tormenta y bajo la empinada cuesta de acceso a la villa, justo donde está el inicio del canal, procuro hacer alguna foto que inmortalice el inicio de esta maravilla de la ingeniería. Pero son pocas fotos y apresuradas, la lluvia cada vez es menos intermitente y para mi gusto excesivamente impertinente.

El tiempo respeta algo, vaya al menos no diluvia y llego a las 14:08 a  la Base de loisirs de Fontet. Tiene amplias instalaciones y muchos barcos, pero no hay un alma. Solo dos marineros sin clientes y una chica francesa que me sirve un croque Monsieur y una cerveza Kronenbourg, vaya la más abundante por aquí. Aún no he visto navegar ningún barco ni el funcionamiento de ninguna de las tres esclusas por las que he pasado.

El tiempo no acompaña es verdad, pero la pista está muy bien pavimentada y se rueda de maravilla sobre ella.

Me acerco hasta Le Mas d’Angenais, tiene una dura y empinada cuesta para entrar a la ville, pero merece la pena, con una iglesia tranquila y un cuadro de Rembrandt que para mi disgusto, no está en la iglesia porque está en una exposición en el Louvre.

Me cuesta mucho localizar la oficina de turismo a pesar de que en todo momento la tuve delante de mis narices y es que en Le Mas d’Angenais no se la conoce por tal sino por “Syndicat d’Initiative”. Por fín y una vez más por pura intuición y viendo en el escaparate algunos folletos turísticos entro en esta bonita oficina donde, efectivamente se hacvía las veces de Oficina de Promoción y Turismo de la zona. Me atiende con suma paciencia por mi desastroso chapurreo del francés una amabilísima señorita. Me informa que allí mismo hay un camping municipal muy chiquitito pero que está muy bien, (es en realidad una parte del parque de la muralla, no hay puertas, no hay barreras pero si hay mucha tranquilidad, solo dos caravanas, baño y ducha limpios). Esta misma señorita me dará mi primer mapa del Canal del Garona dado que se me olvidó pedirlo en la Oficina de Turismo de Bazas.

El camping ciertamente está en la misma ciudad, en una esquina del parque con un trozo de muralla desde el que se divisa una perpectiva preciosa del canal y del río atravesados por un esbelto puente. Monto la tienda, hago colada de varios días y me vengo a la plaza que tiene un cubierto de madera muy chulo, mato un poco el rato haciéndole algunas fotos a los viejos maderos y a las macetas que de ellos cuelgan antes de cenar.

La cena la hago en el único bar de la plaza, justo el mismo donde tomé la coca-cola nada más subir la cuesta. Atiende un francés que chapurrea divinamente el español, simpático y servicial que me prepara una pizza cuatro estaciones de campeonato, que todo sea dicho de paso no tardo nada en devorar.

Mientras esperaba para la cena pasó una pareja de ciclistas de alforjas, resultaron ser de Vizcaya, veo que buscan alojamiento y les indico mi maravilloso descubrimiento del camping municipal y allá que se van. Luego nos vemos en el mismo bar cenando y en el camping antes de acostarnos estuvimos un rato de charreta, sin duda ellos son viajeros más experimentados que yo. No conocían el foro de Rodadas.net, les digo que es un lugar ideal para quedarse cibernéticamente hablando, se lo apuntan y me quedo con la esperanza de haber conseguido dos compañeros para el foro.

No hay comentarios: